Eres el visitante


jueves, 4 de abril de 2013

CARTA A UN LECTOR QUE NO LEERÉ NÚMERO 9.



  


A empeñones nos tratamos, con empeño comenzamos,
empezamos a besarnos con las palmas, y luego, con los zapatos.

No nos dejamos del aplauso de la puerta,
sin embargo coincidimos en querernos a la fuerza.


No entiendo a la Nodriza por unir sin haber pegado.
Comprendo al Martillo al golpear, al hundir, al enterrar para poder colgar del cuadro, del cuello y del marco.

Si no fuera por el peso no tendría donde hallarme, pero cuando levanto esta calva no es al sol, ni a ti, ni a Ignacio, ni a Pedro, Ni Eduardo, ni a Alejandro  lo que veo.
Veo Nada, masa sin caldo. Aliento sin ganas.

Pero no por eso me tomes por desventurada ni me tomes de aventura.
No es así, ¡Soy feliz! Me regodeo en leche amarga.

 Soy materia, vida, átomos, encanto.
Soy fuerza contenida.
Soy pasión sin contenido pero contenida y extasiada.

Tenme cuidado, Nodriza, porque puedo abrirme en un descuidito y cerrarme si me antojas.

Ten cuidado  de la nada porque soy muy mal pescado, ten cuidado de mañana cuando ya no me des uso.

Ten cuidado ¡MUCHO CUIDADO! cuando ya no haya drama, ni lagrimas, ni poemas, ni poeta… ni Nodriza.

Ten cuidado porque pierdes en un arranque tus razones y tus discursos, en un abrazo tu espalda y en un saludo una nalga.

Ten presente leer esto después de mucho tiempo, porque hoy no lo aprecias, porque hoy no sabes qué escribes.

Ten precaución mi princesa, de ti misma cuando piensas, cuando amas, cuando tiras, cuando te pierdes y te embriagas. Ten cuidado de esta hoja.

Ten cuidado mi belleza porque no sabes tomarte en serio, solo dejas que te tomen.
Dejas que te dejen.
Dejas que te dejes.

Cuando leas esto, querida Nodriza, acuérdate de aquella quien hoy te escribe.
De la pequeña, de quien ama demasiado, a quien la unen de tan poco pero tan fuerte, tan profundo y tan húmedo.

Ten cuidado de repetirte, de corregirte, de no leer esta carta.

Ten presente que te quiero.