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viernes, 20 de marzo de 2009

CARTA A UN LECTOR QUE NO LA LEERA, numero 2:

Carta a un lector que no leerá numero 2:

Nuevamente tendida a tus magnos pies como un siervo humillado ante tanta nobleza, escribo unas humildes letras esperando la lea mi amado imposible.

Cierto día de invierno, como hoy, volví la mirada sobre las huellas en el fango, la arena, el césped, las hojas secas, las flores, los rayos de sol, la gente, las personas y los demás.

Sentí una baleada nostalgia de pasado que nunca pensé podría experimentar y aprendí a reconocer los extremos del amor, desde querer a individuos como amigos, amar a sujetos como amantes, desear labios como al agua, abrazar cuerpos que no acarician mi alma, tomar manos frías ó mirar en los ojos de aquel niño, una persona madura que no ha nacido en él.

Creer demasiado en una masa de seres automatistas, de instinto y sin ideales no deja un grato sabor, es un vano esfuerzo por vestirlos de adjetivos nobles que ellos no poseen.

Amigos incondicionales como mi almohada no hay en rincón alguno de la tierra, amores inmaculados, recíprocos y sinceros no hay mas que el sublimado celeste, compañías permanentes y calificadas no hay como mi sombra, en la soledad del espacio terrenal no se haya felicidad, mas si, un espejismo grato e ilusorio de destreza y habilidad para evitar ser engañado por los animales a domar, como conocidos, tíos y vecinos.

La fiera del deseo que encerrada ronda las entrañas de mi alma, mente y cuerpo, amenaza con salir por las venas reventadas, correr hacia ti y ahogarte en un beso mortal, no podré contenerla muchos años mas, unas décadas tal vez, la cadena de fuerza con la que le ato es fuerte, impide que aquella bestia incomode algún minuto del bello cuento de hadas que es tu vida.

Amado, en la conglomerada soledad de mi vida el único aliento es esperarte, que el cielo pronuncie tu nombre y se abran las nubes para iluminar tu rostro, contemplarte entre mis brazos, suave y despacio deslizar mis dedos por tu piel canela, tus labios carmín, tus ojos profundos, tu boca, puerta la al infierno, al purgatorio de tu lengua y al paraíso del éxtasis en tu amor.

Amando, en las noches repite el silencio:
Si algún día leyeras esta carta, intenta imaginar un mundo en el que te acaricio con ternura carnal,
con espíritu terrenal, con amor sensual,
y trata de evaluar si pudieras tan solo darme una palabra,
tu mirada indiferente tan fría como deseada.

Seguiré esperando que el colibrí de mi ventana lleve con tigo un afecto inefable.

CARTA A UN LECTOR QUE NO LA LEERA, numero 1.

Querido amante de ensueño,
de mis sueños, esos que cada vez veo más lejanos y fantásticos,
cada mañana pienso cuan bello seria que tuvieras la gracia de besar mi mejilla
no dudo que soñar es un buen sedante pero no contiene la infección,
no dudo ni un segundo en que mi cariño es verdadero, puro y duradero,
cuanto deseo que entiendas mi amor, y veas que prometo futuros con gardenias y rocíos,
que difícil es ver día a día tu cuerpo delgado atravesar el espacio con arrogancia,
mientras mis ojos disimulan el acelerado ritmo cardiaco que me invade para no incomodarte
continúa el éxtasis en mis venas al verte pasar por mi lado.

¿Quisieras saber que temo?,
desconfío de esperar que sea el destino quien pueda juntar nuestras almas,
nunca sabré si esperar un mañana adecuada para delirar junto a ti
sea una esperanza factible a realizarse o solo una idealización de mi locura.

No continúes omitiendo mi presencia,
aunque insignificante para tu gran vida es lo único que puedo ofrecerte,
mas de novecientos días llevo pensando en ti,
¿merezco acaso algún consuelo?

No te sientas comprometido por mi declaración, cada reo asume la culpa que desea.

No sientas piedad por mí, yo no tengo misericordia por ti cuando en sueños te asfixio a besos.

No me pidas que te deje de adorar, por que pensar siquiera tal cosa es imposible
y acabaría con mi mision en la vida.

Si algún día leyeras esta carta, intenta imaginar un mundo en el que te acaricio con ternura carnal,
con espíritu terrenal, con amor sensual,
y trata de evaluar si pudieras tan solo darme una palabra,
tu mirada indiferente tan fría como deseada.

Seguiré esperando que el colibrí de mi ventana lleve con tigo un afecto inefable.