“ALCEMOS LAS COPAS”

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“ALCEMOS LAS COPAS”

En un lugar de Bogotá que siempre recuerdo, una mujer fantástica me concedió la gracia de leer un libro fascinante, se trata de un manchego hijo de la reforma y de otros movimientos procedentes de bellas mitologías.
Un caballero andante -o un andariego- empotrado en su jamelgo Rocinante, avanzo por sierras y reinos matando gigantes, recuperando el yelmo del mismísimo Mambrino, liberando menesterosos y socorriendo desaguisadas doncellas españolas, logrando estas y más hazañas dignas de contar y siempre respaldado por la escudería de su coterráneo Sancho Panza.

¡Brindemos Caballeros!


-Que el primero sea por los castellanos, aquellos que viven en abarrotados castillos con frondosos jardines, también, por quienes saborean de la más deliciosa vid, el español bien tratado y llevado, ¡Seamos todos Castellanos!

-Que el segundo sea por los de Lomo, los que nos cargan a mil batallas, a dos mil amores, a cientos de discursos y anécdotas, a docenas de emociones, a leguas de distancias, a días de caminos, a tiempos eternos en la magnificencia de un buen escrito. Por ellos los de Lomo, los amados libros y fieles equinos.

-“Brindemos por los libros, esos de cuentos, mitos y dioses, ellos, un pasillo angosto untado hasta el techo de colores, purpura ira, rojo viento, azul manzana, verde rueda, amarillo rosa…”

-¡Que se levanten por todos los siglos las copas en honor a los más alcahuetas! A ellos que siguen nuestras ideas sobre gigantes, reinas “Micomiconas”, legiones de hombres honorables, yelmos de Mambrino… Que haya mil herederas de la encantadora Dorotea y que sus bocas pronuncien las frases faltantes de mi poema de amor, mis aventuras heroicas y mi final ascensión divina.

-Que el conocimiento nos vuelva cada vez más locos y faltos de juicio, por que abra un mundo con menos miedo y más “valor”, habrán sierras con más tesoros enterrados, más escuderos con sus ínsulas, menos sed y más vino, menos batallas y más caballeros, una Dulcinea para cada Quijote y una Juana para cada Sancho.

-Que se extiendan los reinos benditos y contentos, que en ellos se propaguen los cuentos del poder, gallardía, empeño, bondad y confianza que tiene quien porta fielmente sus ideas, quien logra ver en una penitencia la posibilidad de adorar o un atardecer a media noche, un solsticio debajo de las cobijas, un botín en una bacía y una oportunidad en la desgracia.

-Que se pierda aquí y en todo los confines de un mundo cada vez más plano la cordura, que el brindis de la caballería sea una hermandad planetaria, que todos sepan de una vez y para siempre que los gigantes si existen, las princesas si están atrapadas en altas torres, las pociones aun surten efectos, los fantasmas siguen asechando, los ríos silbando y las nubes mirando. Y todo esto seguirá siendo de esta manera, hasta que se escape de la cárcel de la certeza aquel caballero ansioso que todos llevamos dentro.

¡Que brindemos siempre por los benditos, los locos, los desquiciados que aun buscan el yelmo de Mambrino!

CLAUDIA AVILA MORALES
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El conocimiento y la aprehensión son ramas de una sola variante de la expedición, así, la manera en la que se lee el circulo que rodea es “perspectivamente” diferente siempre, física, conceptual y simbólicamente, incluso política, social y emocionalmente para unos y otro (así muchos más factores que podrían enumerarse dentro de las esferas implicadas dentro de la compresión del contexto, cualquiera que sea).

Gozando de múltiples verdades frente a únicos elementos, se entiende que no hay posturas erróneas, además, si se tienen en cuenta que los factores sociales y culturales entran también en el discurso del individuo, haciendo cada vez más amplio el campo de lo veraz.

CLAUDIA AVILA MORALES
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Agradezco a Sr. Carlos Castillo y a su hija Natalia por darme la oportunidad de seguir soñando por medio de este libro.
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fotografía de CLAUDIA AVILA / 2009 / PANTANO DE VARGAS, BOYACÁ, COLOMBIA / Monumento los Lanceros / *
*Reseña del libro: QUIJOTE DE LA MANCHA de MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA, ediciones FOLIO S.A. impreso el 12-2-1999, tomo I, Grandes Obras de la Literatura Universal*


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