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viernes, 27 de enero de 2012

Tres formas de perder la cabeza.

Modo 1.



Motivos para ser una zorra ante alguien popularmente estúpido.



Primero: Tener sentido olfativo normal e identificar los fétidos olores que sus hijos, de los cuales no sabe ni usted, ni su familia, ni mucho menos yo; cuál será el padre.



- Zorra!



…Veamos, Segundo:
Tener la capacidad argumentativa para, por lo menos intentar, hacerle ver que su falta de respeto a las normas mínimas de salubridad y sentido común en sociedad le está abandonando. Claro, evidentemente usted no tuvo tiene ni tendrá – no el dinero- sino la intensión de salir del hoyo oscuro en que su señor Jesucristo le dejó sumida a costa de alguna redención eterna.

- Zorra!

Está bien.
No he logrado cosa alguna, puedo seguir hasta que me de un infarto cerebral o usted consiga el órgano donde pueda sufrir uno de estos ataques.

- Zorra, se nota que es una zorra!

Mi señora. Le trato de decir que es usted la puta zorra.



Modo 2.

Sentir que el smock de la ciudad lo atraca, lo empuja y lo machuca en el pulgar a uno.

Calle 53 a la altura de la carrera 10ma, Bogotá.
Ciudad grosera.
Paradero de bus y mucha gente caminando.
Polvo mugre canecas de basura vacías, andenes congestionados de relojes de cinco pesos para medir el tiempo barato del pueblo cobarde y ramplón.
Hermosa y dichosamente tropezón.
De nada en nada, de error en error.
Catastróficamente alegre y carnavalero. Regodiento.

- Zorra!
A veces algo parece ser un presentimiento y otras solo la seguridad de conocer el sector donde la muerte y la depravación, como en mi cabeza, habitan día noche, lugares en los que no se debe esperar transporte, con dinero a la vista ni intensiones de regresar.



- La maldita zorra me roba! Y dice:
“ Deme la plata, o ¿se va a hacer chuzar por eso?


Muestra un pedazo de vidrio cortado por las buenas intensiones del reciclaje, puntudo y afilado, como para sacar dos bellas tajadas de mi hígado.

¡Pero lo necesito! Para perder la cabeza.
- Zorra! Con licor! Ciudad de Troya!




Modo 3.

- La Zorra ciudad me abre una ventana para ser gente.

La desenfrenada irá de amar a un ser vivo tan humano como le es posible.

La forma de perder la cabeza, finalmente, para evadir las porquerías de estar vivo en medio de esta masa perdedora y maliciosa, para olvidarlo, ignorarlo y ridiculizarlo ante la agradable indigencia de estar a los pies de un imperfecto y por tanto ideal hombre, tan de carne y hueso, tan de viento y alma.

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