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lunes, 1 de diciembre de 2008

CUANDO EL HOMBRE VOLVIO A MORIR

CUANDO EL HOMBRE VOLVIO A MORIR



En estos tiempos de manipulación genética, divinización del cuerpo como masa sólida a esculpir, corrupción del liberalismo o aplicación acomodada al mas frío capitalismo, que conlleva de manera directa al gobierno mercaderista de los placeres y desidias morales, las obligaciones éticas a cultivar ser quedan en entredicho por los individuos que dedican su vida a fortificar entes sin alma, habitando el mundo a partir de experiencias no formativas que no los constituyen ni construyen en la proyección metafísica humana, menos aun como alma, proyecto de divino de Dios.

La religiosidad se toma, desde los asomos y vestigios tangibles de modernidad, como culto a una deidad representativa de lo inefable a seguir para construirse en lo real y justo como sujeto, se quedo atrás arrullada por los antiguos tiempos de ciencia histórica y humana en la interpretación del ser mediante textos sagrados, relegándose la experiencia, aunque lo nieguen los contemporáneos ilustrados, al sebo del cuerpo y hastío del hambre.

Sin embargo la fe sigue apareciendo fuerte en la individualidad social, se tiene culto al cuerpo (y es una postura que puede tomarse bastante pesimista ante el porvenir social) y su belleza, salud, juventud, vitalidad y movimiento, metro sexualidad es llamado el egocentrismo y beatificación de los cuerpos fragmentados.

Ahora bien, las cirugías plásticas son de esta fe, si se ve como religión consumada en esta década, la “eucaristía” de la contemporaneidad, es aquí donde se convierte el cuerpo en materia sagrada, se dota de las características perfectas que “debería poseer por naturalidad”, se hace eternamente joven y hermoso, este ritual es añorado por muchos para conseguir felicidad, y aquí se debe tomar el tema, nuevamente de la manipulación que ejercen los medios masivos de in-comunicación, mostrando reinados, farándula y círculos sociales sumamente vacíos, adictos a variados vicios egoístas en su “sacramento a la cuchilla y la anestesia” que mas que vender productos tonificantes, ofertan modos de vida, al promocionar un producto con el cual el hombre será verdaderamente “respetado”, varonil y actual, las supuestas ventajas que traería el servicio a un crecimiento como persona, claro esta, un nacer desde el ente creyendo formar ser, sin lograrlo, hallando ser ahí en donde se es colocado por el mercado y no por el encuentro con el mundo en lo insustancial y matérico como unidad, no en el verdadero ser ahí real y consumado en la búsqueda de perfección.

También asoma la mencionada, perfección, y es que se idealizo en una imagen lo perfecto, siendo algo de difícil descripción mucho menos podrá ser identificado en imagen como idéntico o fidedigno del concepto, siendo un concepto no podrá dotarse de visualidad verdaderamente real y representativa, será un modelo a corta escala asincrónico con el modelo original, y se puede partir para comprender esto de que, en el afán de convertir al mundo en imagen se envuelve en un velo el mismo mundo, tras esta configuración de líneas y colores queriendo representar lo irrepresentable. Por ejemplo, La estatua de la libertad, ¿es acaso esta una mujer un símbolo de libertad para los oprimidos? ¿Es la libertad, la justicia, el amor o Dios representable?

Dotar de imágenes el mundo que nos rodea ha caído en la degeneración de las representaciones que marcan hitos y normas morales, políticas, sociales y culturales en general, haciendo de todas ellas hermanas gemelas de sensualidad y poder, alejándose de un principio metafísico, ético, en una hermosura difícilmente explicable retóricamente, aun mas compleja en lo visual.

Es este diagnostico de sintomatología contemporánea social, lo que me lleva a pensar como se entiende la experiencia de vida la muerte del hombre del siglo XXI.
Haré conjeturas de la interpretación que hallo en este marco social en el que vivo y desenvuelvo.

La experiencia de vida hoy, ha dejado de ser un espacio de transito, como lo era en la edad media, es un acontecer hoy por el hoy, el ahora es la trascendencia de los actos y las consecuencias, carma o como se le quiera decir, se da en esta misma vida, sin cabida a salvación eterna, vida después de la muerte, trasgresión de dimensiones de un espíritu, habitando con desconocimiento de alma y los menesteres a cumplir para cultivarla, para pasar en ella a otro nivel inmaterial en una esfera celestial.

Este dislocamiento en creer la negación a desaparecer, en rechazar, en refutar y ocultarse la idea de dejar se existir, de ser como los otros animales que mueren y desaparecen, esta negación que se daba mas explícitamente en las religiones, que prometen una esperanza para el ego y el no estar aquí, se ve desmaterializada y olvidada con estas practicas contemporáneas de culto y adoración a lo corpóreo.

La búsqueda de excelsa belleza, inhumana juventud y eternidad, perfección intelectual y servicio practico social, son muestra clave de la consecuencia de olvidar la fe en una trasgresión de la dimensión terrenal, es objetivar la experiencia para aprovechar el momento de actividad y utilidad, de existencia real en el mundo, sin creer en progresiones a un mas allá metafísico y post-dimensional.

La muerte se entiende hoy tal vez mejor que antes, resignación y comprensión, se busca tener el máximo desempeño potencial alargando este periodo de ejercicio el mayor tiempo posible, para llevar a cabo todas las fantasías, sueños, deseos y pulsiones que se tengan como sujeto, pues la perdida de esperanzas en la eternidad espiritual, crea un deseo enfermizo de lograr todo en el ahora, el hoy, cumplir a cabal con los deberes, derechos y deseos que se poseen como individuo social, antes de que el tiempo de utilidad vaya en decadencia, el cuerpo se agote y envejezca y no sea servil a la general sociedad, es un temor a dejar de realizar las ideas individuales en el corto periodo de vida experiencia, con que se dota cada sujeto desde que nace, además, de la conceptualización de este periodo de servicio que proviene del dominio del sujeto, se convierte en un monstruo que pisa los talones y azota espaldas con la realidad de la vejez y el cansancio, buscando por esto, la fuente de la juventud eterna en cada esquina.

EL HOMBRE VOLVIO A MORIR, desde que separo la unidad ser- ente, y decidió vivir el ente como centro de su desarrollo, olvidando que es pilar humano el pensamiento metafísico, el ego, la frustración por sentirse seres propensos siempre a desaparecer le creó temor al dejar se hacer, por esto, potencializa su experiencia en una imagen que pueda siempre reconocer, sea suya o de sus contemporáneos.



CLAUDIA AVILA MORALES

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